A simple vista parece una chica normal. Cuando habla de sus pasiones y de sus sueños redefine la belleza. Le cambia el gesto, se le achinan los ojos y riza de vehemencia sus pestañas; en ellas me pierdo frenético como un niño en un parque de atracciones. A veces he creído que debería estar en un museo para que no se estropeara nunca, pero luego comprendo que ella no sería la que es si no arriesgara su vida en cada cosa que hace. Deberías escucharla reír, su risa tendría que ser de dominio público, que la colocaran en la intro de todas las cadenas de radio. Que privilegio las mañanas riendo con ella en la cama, joder. Un día me contó de donde venían sus cicatrices: un amor tóxico que duró más que su propia fuerza y una familia fría que no entendió su sensibilidad. Quise cosérselas una por una a besos, y no me dejó. Que la quisiera con heridas me dijo. Y la quise más que al principio, porque entendí que si una persona era capaz de irradiar tanta felicidad a pesar de estar rota, es porque era un premio para la vida de los que la rodeaban. Y yo iba a aprovecharlo.
Todo lo demás en ella es arte: su forma de dirigirse al resto de personas, su emoción al jugar con un niño, sus caderas irrumpiendo por las calles, el color indescriptible de sus ojos, la elegancia con la que afronta todas las situaciones, y esa sonrisa que siempre habla de paz. Me enseñó que la cama podía ser como las tablas de un escenario, que en ella cabía la magia, el baile y el drama. Y un día la vi llorar de felicidad: dos lágrimas transparentes por una flor en la mesa de la cocina. "Si lo sé te traigo el ramo" le dije. Y me espetó que no lo entendía, que ella se emocionaba porque había introducido la primavera en nuestra casa. Yo era simplemente un hombre más, un humano con fecha de caducidad y ella introdujo la luz en mi vida. Por eso, cuando un día me preguntaron que qué había visto en ella para sentar la cabeza, les dije: "con ella mi cabeza vuela libre en el paraíso de la gente con suerte". Nadie me volvió a preguntar.
Esto no es un poema, es una forma de decirte que querer tiene más que ver con la sorpresa que con la costumbre. Y que por eso te quiero, porque llevo años mirándote y aún no me acostumbro al premio de haberte encontrado.

Lo más hermoso que leí. ♥

La felicidad

Una tarde de domingo viendo tu serie favorita. Un beso del abuelo en la nariz. Las flores de primavera en los jardines del barrio. El cielo en una noche de verano. Un abrazo de bienvenida en la terminal. El olor que desprende el pelo de la persona que amas. Tu chico calentándote las manos con las suyas en pleno invierno. Los cachetes quemados por el sol cualquier día de pileta. Encontrar al amor de tu vida la noche más inesperada. Que el amor sea correspondido. El apoyo de tus amigos de verdad. Las anécdotas con la gente con la que te has criado. Una mirada de deseo en mitad del bullicio. Escribir en una tarde de lluvia. La piel erizada con un beso en el cuello. Los ataques de risa en los momentos más inoportunos. Las situaciones vergonzosas que te matan a carcajadas al recordarlas con el tiempo. Una llamada a deshoras. Un "te amo" en susurros. Un secreto entre dos. La complicidad de una media sonrisa. Un 10 en tu asignatura favorita. Un complejo superado con dosis de autoestima. Besos, besos y más besos. Una nota de audio diciéndote que te quieren. El orgullo con el que te miran mamá y papá cada vez que triunfas. El olor a ropa limpia en el patio. Sentirte linda, sentirte amada, sentirte deseada. Un perdón a quien quieres, un perdón a ti mismo.
Que sonrías al recordar alguna de estas sensaciones. Que seas capaz de vivirlas todas. Que seas consciente de lo fácil que es a veces conseguir la felicidad. ♥
Ojalá esto no acabe nunca. Ojalá sigas enamorándote cada día. Y enamorándome. Ojalá sigas teniendo un hueco en tus días para mí. Y ojalá sigas teniendo tiempo para regalarme. Aunque solo sean segundos. Ojalá sigas riéndote como solo tú sabes. Y sigas mirando de esa forma que derrite a cualquiera. Ojalá me sigas eligiendo para tus momentos más importantes. O para la mayor tontería. También. Ojalá quieras. A todo. Y a mí. También. Ojalá sigas siendo tú. Con todo lo que a ello se refiere. Con tus virtudes y tus defectos. Con tus maneras de hacer las cosas. Ojalá sigas aceptándome tal y como soy. Aunque sea difícil de llevar a veces. Ojalá sigas quedándote. Venga lo que venga. Ojalá sigas siendo tan atractivo. Y sigas superando cada beso. Y cada uno de los escalofríos que producen. Ojalá sigas haciendo de un abrazo el mejor lugar para vivir. Y ojalá sigas teniendo las manos suaves para acariciarme. Para recomponerme. O para contar todos mis lunares. Ojalá no dejes de quererme. Ni de recordarme que lo haces. Ojalá sigas queriendo ser romántico. O al menos intentarlo. Y ojalá sigas teniendo mil detalles que roban sonrisas. Ojalá sigas teniendo ganas de conocer mundo. Conmigo. Curiosidad para saber qué hay ahí afuera. Y de querer dejar huella en un sitio nuevo. Ojalá te queden más locuras para compartir. Y tengas planeadas más sorpresas. Ojalá sigan habiendo días malos para saber lo buenos que son el resto. Y para saber que sigues ahí, a pesar de todo. Pero ojalá los buenos siempre los superen. Que eso sí, si hemos llegado hasta aquí, es porque lo bueno siempre es mucho más. Ojalá siempre que llegues tarde sea para quedarte. Y que si te vas, siempre vuelvas. Ojalá nunca olvides mi sonrisa. Ni cada uno de los "te amo" que te dije. Y ojalá tengas memoria para recordar muchos más. Ojalá tengas tiempo y ganas para seguir conociéndome. Pero que no acabes de conocerme del todo. Nunca. Para que así no deje de sorprenderte. Ojalá no te olvides nunca de como empezó todo, porque esa es la manera de conseguir que las cosas nunca se acaben.
Que pensamos diferente en tantas cosas, que tú giras a la derecha y yo soy más de torcerme hacia la izquierda. Y no hay manera de juntar nuestros caminos por mucho que te doy mi mapa. ¿No te enteras? Yo quiero caminar contigo, yo quiero caminar CONTIGO, hasta que se doblen mis rodillas y me ardan los pies. Quiero caminar contigo con o sin rumbo fijo. Quiero perderme contigo, quiero que te pierdas en mi, que me recorras entera, que acabes exhausto. Y si te surge alguna duda, dame de la mano, que yo te guío y encontramos un camino entre medias. Todo recto hacia las tardes de peli y manta con olor a palomitas.

Casa es donde duermes.
Hogar es la piel de aquel que, cuando te abraza, te hace sentir que estás en el lugar correcto.
Reconozco que aún hoy en día, seguís estando presente en mí.
Tengo que admitir que a veces me da miedo olvidarte, olvidar tu voz, tu cabello, tu risa. Pasaron años y todavía se me aguan los ojos al pasar por enfrente de tu casa, todavía te recuerdo con cualquier canción de Daddy Yankee y todavía pienso en vos cuando alguien me dice Solcito. Sos parte de mi y se que donde sea que estés yo soy parte de vos. El lazo no está roto, es más fuerte que nunca.
Sos mi guía, se que en cada paso que doy estás al lado mío y eso me da las fuerzas necesarias para continuar cuando el camino se pone difícil. Espero ansiosa volver a encontrarte, tengo la certeza de que me esperas con los brazos abiertos y la sonrisa que nunca faltaba en tu cara, para seguir riendo juntos.
Tu ausencia se siente a pesar de los años, no puedo evitar preguntarme que hubiera pasado si siguieras acá. Fuiste por lejos mi persona favorita mucho tiempo y yo fui la tuya, eras tan especial. Sos tan especial. En tiempo presente, porque seguís acá. Y me estás leyendo, siento esa calidez en el corazón que solamente aparece cuando andas cerca, aprendí a reconocerla.
Te perdí siendo muy chica, pero tengo la ventaja de nunca estar sola, sos mi ángel y tu compañía siempre está. Gracias por no dejarme sola, estas acá, muy dentro de mi y no voy a dejarte ir nunca.


Saber que lo bueno viene en frasco chico y que no siempre los super héroes llevan capa, a veces están disfrazados y por suerte, a mi me tocó uno. ♥
Dijimos que estaríamos juntos para siempre.
Y cumplimos nuestra palabra.
Porque 
para siempre
no es cuestión de tiempo
si no de intensidad.
Llegó ese punto donde tenías que decidir entre huir y quedarte para siempre y sabías perfectamente qué hacer, pero hiciste lo contrario. Y es que algunas veces todo depende de ese "quedate" que se nos queda atascado en la garganta. La felicidad está en saber que nadie es de nadie, pero hay que disfrutar cada segundo con quién nos hace sonreír.
A ti te lo escribiría todo, pero me dejaste sin palabras.
Nos encerramos para que el daño no venga de afuera, o no se escape de adentro...

(Tengan cuidado con la adicción al sufrimiento, que después hasta la paz duele.)
Te encuentres donde te encuentres, cerca o lejos, si puedes leer esto que ahora escribo, por favor, recuerda, recuerdame, recuerdanos así.

Las personas que saben hacerte reír de verdad son las únicas por las que, inevitablemente, vas a tener que llorar algún día.

No te enamores de una mujer que ama a los perros

Nunca te enamores de una mujer que ame a los perros con locura. Porque no es broma, está loca. Ella cree fielmente en el amor verdadero y no renunciará a eso. Ella sabe que cuando regresa a casa, la espera un amor incondicional, el cual la recibirá con felicidad y la besará efusivamente.
Ella está convencida de que un paseo al aire libre en un día soleado o bajo la lluvia, es felicidad pura. Cree firmemente que su compañero la ama y puede protegerla ferozmente, siempre.
Ella ama escuchar los sonidos del silencio con la respiración de su mejor amigo como única música. Ella puede enseñarte como encontrar paz en una simple caricia o en una mirada. Siente que la fidelidad no es un peso, sino algo natural, lógico y sobreentendido,
No debes enamorarte de una mujer que ama a los perros con locura.
Ella comprende cuando las cosas no están bien antes de decírselo, debido a su sexto sentido pero en especial, por su sensibilidad extrema.
Puede ser dulce como un cachorro y luchadora como una loba...
Ha descubierto sentimientos en sus perros, los cuales le recuerdan a los cuentos que leía de pequeña; tan nobles e ideales... y ella pretende encontrarlos en un hombre.
Esa mujer definitivamente está loca y es capaz de poner en riesgo su integridad por los animales que ama. Puede empezar a reír de la nada y conversar en la comunión de las miradas a la hora de la siesta.
No debes enamorarte de una mujer así, porque conoce todo acerca de la reciprocidad, la entrega, la nobleza, la fidelidad, y el sentimiento puesto en demostraciones sin límites o en largas quietudes. Además, siempre será un poco ridícula y desaforada.
No le importan los pelitos en su ropa, son como pequeños trofeos y motivo de orgullo. Llorará muchísimo cuando su perro se vaya y deberás respetar su duelo.
Su prioridad será el bienestar de sus hijos peludos en todo momento, incluso en las vacaciones. Tendrá en sus perfiles y teléfonos un 99% de fotos de su pequeño... y probablemente, pocas tuyas.
Su intensidad hará que si te enamoras de ella, no puedas olvidarla, aunque la dejes. Ella tiene alma de madre aunque no lo sea y posee un gran instinto de protección. Pedirá todo porque cuando ama; da todo.
Aprendió a amar en un presente perfecto, porque así es el vínculo que la une a su perro. No te enamores de una mujer así. Su locura es una enfermedad transmisible y si no eres inmune, lo mas probable es que termines contagiándote. ♥

Podemos hacernos bien entre tanto mal

Después de un tiempo y de varios tropiezos llegamos a comprender que intentando cambiarnos lo nuestro no iba a funcionar, que no debíamos buscar la perfección en el otro si no aprender a amar sus imperfecciones. Que eso es lo que hacía a nuestra relación perfecta.
Comprendimos que amar es aceptar al otro tal cual es, y que nuestro problema era que nos estábamos amando demasiado pero no lo hacíamos bien.
Nos llevó tiempo, muchas discusiones sin sentido y por momentos sentía que estábamos metidos en un laberinto sin poder encontrar la salida, y justo cuando sentía que todo estaba perdido nos volvimos a encontrar.
Volvimos a conocernos, volvió esa magia de los primeros momentos, volvieron las ganas de vernos y las ganas de comernos a besos, esas que tan escondidas parecían estar. Volvió la ilusión, los nervios y las mariposas en la panza antes de vernos. Volvimos a hacernos bien después de lastimarnos tanto, aprendimos a amarnos sanamente y a dejar de lado las discusiones sin sentido que tanto daño nos hacían, que tanto nos destrozó.
Volvimos a entregarnos todo, esta vez, con la certeza de que hacemos bien, sabiendo perfectamente a quien le entregamos nuestro corazón y lo mucho que lo cuidará.
Esta vez, sabiendo que es para siempre, y con la certeza de que no volveremos a perdernos, porque nos aceptamos tal cual somos, porque así nos enamoramos.

¡GRACIAS♥!
Las cosas que funcionan, no siempre marchan bien. Funcionar significa que continúa realizando sus acciones como siempre. Que marche bien, es que esas acciones sigan dando buenos resultados. Nuestro amor siempre funciona, pero a veces, no marcha.
Somos un amor lleno de duda y distancia. Somos dos vidas paralelas que sabemos crecer sin tocarnos, pero cuando nos tocamos, crecemos todavía más. Corremos cuando estamos juntos, porque el tiempo nos echa una carrera en cada estación. Somos lentos, puede que eso nos mantenga mucho tiempo en pie. Nunca me has dejado subir dos escalones seguidos para aprender a no tropezarme con mis prisas. Pero siempre me has llevado de la mano, y por eso, tenerte, implica algo más importante. Soy un corazón que ha viajado por la certeza del destino, que me he hundido en amores profundos y he creído en todos ellos. Y tu viniste de la superficie para bajarme del cielo. Parecías como el soplo de aire que siempre faltaba, y que acaba quedándose aún sabiendo que somos incompatiblemente imperfectos.
Nuestro amor es como subirse a un avión a punto de despegar. A veces, parece que planeamos, pero todavía no hemos echado a volar. Aunque ¿Sabes una cosa? Tenemos todo el cielo del mundo. . .
Y es que viene marzo a no quitarnos la ilusión, a darnos razones para ponernos a prueba. A seguir viviendo para no dejarnos matar, ni por el tiempo, ni la distancia. Que no es lo mismo, que dejarnos morir por los kilómetros y los relojes. Volveremos a dejarnos un cuarto de corazón en la terminal y media vida vacía en una cama de una plaza. Vuelve la valija de los fines de semana, viene el otoño para probarnos lloviendo, para querernos confiando y para vivirnos mandándonos besos para sentirnos cerca. Vuelve la tristeza de los ojos que miran por la ventana cuando algo se aleja. La nostalgia dividida en un beso de despedida, el retraso de los avances por vivir de últimas conexiones y los libros en la mesita sobre como sobrevivir a un sin ti. Empiezan las prioridades y vendrán las consecuencias a darme las buenas noches. Empiezan los otoños de almohadas separadas.
Vuélveme a conocer, 
volvamos a coquetear, 
regresemos a las tonterías ocurrentes y las pláticas sin sentido de madrugada,
vuelve a decirme que te gusto,
que regrese esa ilusión de hablar todos los días,
seamos tontos de nuevo, 
que vuelvan los suspiros y las caras ruborizadas, 
volvamos al inicio cuando aún no sabía que te terminaría amando...

Tenerlo conmigo, esa es mi razón. Su amor, mi propia religión.

Y cuando sientes que quieres tirar todo ahí está él. Único. Importante. Es mirar sus ojos color chocolate y ahí está. Esa razón que buscabas para seguir. La encuentras. Esos labios carnosos son la tentación; y probarlos implica un pasaje directo al infierno. Y al cielo. Es encontrar tu propio paraíso personal. Que con sus maneras, gestos y caricias pierdo la cabeza. Y me gusta. Me gusta que conozca mis debilidades y mis fortalezas, que me ayude a superar mis problemas pero que me deje afrontarlos sola cuando es necesario, que me conozca más que yo misma y me deje ser auténtica. Estoy agradecida de tenerlo conmigo.
Gracias por ser mi razón.
Viernes. Vestida para matar. Con ganas de comerme la ciudad a trocitos. Es una noche más. Risas cómplices, algún que otro tropezón por algún trago de vodka de más. Música y buena compañía, de esas que sí saben llamarse amigas. Todo pronostica la mejor noche de mi vida número 100.
Pero de repente, algo sucede. Aparece él en escena. Y no puedo dejar de mirarlo, tampoco quiero hacerlo. Tiene una especie de imán que hace que sea imposible quitarle los ojos de encima. Es algo prohibido y eso lo hace más tentador, mas irresistible. Un cruce de miradas bastó para saber que esa persona no sería alguien indiferente en mi vida, que tarde o temprano nuestro momento llegaría.
Algo dentro de mi tembló esa noche, una conexión se formó, algo que no se puede explicar con palabras, puro sentimiento.
No estaba equivocada, este es nuestro momento.
Y tenemos para rato.