Viernes. Vestida para matar. Con ganas de comerme la ciudad a trocitos. Es una noche más. Risas cómplices, algún que otro tropezón por algún trago de vodka de más. Música y buena compañía, de esas que sí saben llamarse amigas. Todo pronostica la mejor noche de mi vida número 100.
Pero de repente, algo sucede. Aparece él en escena. Y no puedo dejar de mirarlo, tampoco quiero hacerlo. Tiene una especie de imán que hace que sea imposible quitarle los ojos de encima. Es algo prohibido y eso lo hace más tentador, mas irresistible. Un cruce de miradas bastó para saber que esa persona no sería alguien indiferente en mi vida, que tarde o temprano nuestro momento llegaría.
Algo dentro de mi tembló esa noche, una conexión se formó, algo que no se puede explicar con palabras, puro sentimiento.
No estaba equivocada, este es nuestro momento.
Y tenemos para rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario