Y es que viene marzo a no quitarnos la ilusión, a darnos razones para ponernos a prueba. A seguir viviendo para no dejarnos matar, ni por el tiempo, ni la distancia. Que no es lo mismo, que dejarnos morir por los kilómetros y los relojes. Volveremos a dejarnos un cuarto de corazón en la terminal y media vida vacía en una cama de una plaza. Vuelve la valija de los fines de semana, viene el otoño para probarnos lloviendo, para querernos confiando y para vivirnos mandándonos besos para sentirnos cerca. Vuelve la tristeza de los ojos que miran por la ventana cuando algo se aleja. La nostalgia dividida en un beso de despedida, el retraso de los avances por vivir de últimas conexiones y los libros en la mesita sobre como sobrevivir a un sin ti. Empiezan las prioridades y vendrán las consecuencias a darme las buenas noches. Empiezan los otoños de almohadas separadas.

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