Se me traban las piernas porque mezclo las palabras mientras me tiemblan la intenciones, no se como decirte que he superado antes la distancia a tenerte cerca, que a dormir sin ti. No se como escribir(te) sin que suene a precipicio, que tengo miedo de perder(te), que a veces sólo suena una canción y llegas tú, y te conviertes en mi mirada perdida del día. Mientras amanecemos en octubre, con la extraña sensación, que no existe el reloj si compartimos la misma almohada. No sé cómo decirte sin que suene difícil, que no te vayas. Que tengo un verano guardado para contarte mil batallas y que aún me sobra tiempo para vivir la guerra contigo. Que tu y yo separados, estamos mucho más cerca que otros muchos que están juntos. Nos gustaba ganarnos de madrugada y con las luces apagadas. Encontrarnos a oscuras con la boca y pensar que no había nadie mejor en ese momento que tú encontrándome, y yo dejándome buscar. Saber que no he sido la única que me estrellado en tus curvas, pero jurarte que sólo yo se matarme por (re)correrte sin límite de velocidad. Que rozarte es preguntarse dónde íbamos tan deprisa, queriendo dejarnos sin aliento en dos días para poder coger aire en cinco. Contradecirse era suspirarse al oído sólo una mínima parte de las ganas que me pierden. Abrazarse para no desgastarse. O apagarse por la distancia y encenderse con el tiempo. Muchas formas complicadas de buscar una explicación y sólo una palabra para intentarlo.
CONFIANZA. 

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