No soporto estar lejos de ellas, y a veces su ausencia me hace llorar porque son esa ración de positivismo que necesito cada mañana para poder afrontar el día. Me dan fuerzas y me empujan a conseguir los objetivos inalcanzables que muchas veces me propongo, jamás me ponen un obstáculo, siempre me dan alas, y eso es esencial para ser un buen amigo. Y cuando fracaso, se acuestan un rato conmigo en el suelo y luego me ayudan a levantar y me animan a seguir intentándolo. Espero estar a la altura, y, como ellas, ser tan buena amiga, porque les debo mucho.
Hablo de ellas, entre otras personas importantes en mi vida, porque son el mejor ejemplo de buena amistad y les estaré eternamente agradecida por como son. Las quiero hasta la china ida y vuelta, ida y vuelta, ida y vuelta...
Si alguna vez leen esto: Gracias por ser tan esenciales en mi vida. Son un tesoro.


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